A pesar de que habitualmente se asocia el estrés por calor en el periodo estival en nuestra granja a la reducción de producción y al aumento de la infertilidad, lo cierto es que la salud podal de nuestras vacas también se ve afectada. A continuación, analizamos algunas consecuencias de la deficiente actuación en este aspecto y proponemos algunas pautas para su prevención.
El estrés calórico es un gran problema, costoso, difícil de combatir y cada vez se agrava más con el calentamiento global. En la península ibérica tenemos distintas climatologías, por lo que, dependiendo de nuestra ubicación (norte, centro, sur…), nos afectará de distinta forma.
Cuando nos referimos al estrés térmico o estrés por calor, lo primero que nos viene a la cabeza son las bajadas de producción y la disminución de la fertilidad, pero también la salud podal se ve muy afectada en estos meses de verano. Aunque no suele ser tan instantáneo como las anteriormente citadas, lo cierto es que las consecuencias se suelen alargar en el tiempo, incluso en los meses posteriores al periodo estival, por lo que evitar estas consecuencias dependerá en gran medida de nuestra actuación al respecto.
Cuanto mayor y mejor sea nuestra intervención a la hora de intentar disipar el calor en nuestras vacas, menos las notaremos; consideramos que tenemos estrés calórico a partir de una temperatura de unos 27 °C y un THI 70.
En Galicia los sistemas de enfriamiento empiezan a funcionar con 24 °C o 70 THI. Existen aspersores en la zona de comedero que mojan a la vaca con una buena cantidad de agua, al mismo tiempo que los ventiladores mueven el aire para enfriar y secar.
CONSIDERAMOS QUE TENEMOS ESTRÉS CALÓRICO A PARTIR DE UNA TEMPERATURA DE UNOS 27 °C Y UN THI 70
La velocidad del aire que mueven los ventiladores es buena, aunque no es continua, y, a veces, baja un poco, está en los tres metros/segundo en el cubículo, lo recomendable para disipar el calor. Estas condiciones son óptimas para que puedan tener una buena ingesta y un buen descanso. En la imagen vemos cómo varias vacas están tranquilamente acostadas descansando.
Sin embargo, cuando no tenemos un buen sistema de enfriamiento, las vacas se amontonan en busca del fresco, están de pie largos periodos de tiempo, la ingesta se reduce y el descanso también; ahí ya empiezan los problemas. A media tarde, con solo dos ventiladores y sin agua para mojar, se amontonan prácticamente todas en la zona de ventiladores.
Estos largos tiempos de pie sin descanso provocan vasoconstricción sanguínea, que disminuirá la irrigación en la pezuña y, como consecuencia, la formación de tejido córneo de mala calidad (laminitis).
DEBEMOS INTENTAR APROVECHAR AL MÁXIMO LOS RECURSOS NATURALES Y DE CONSTRUCCIÓN PARA INTENTAR MINIMIZAR COSTES EN LA MEDIDA DE LO POSIBLE Y, A SU VEZ, REDUCIR LA DEPENDENCIA DE SISTEMAS AUTOMÁTICOS COMO VENTILADORES O ASPERSORES
Este proceso será más grave cuanto más tiempo estén de pie buscando el fresco, por eso debemos hacer todo lo posible para intentar que tengan buen confort climático, el cual conseguiremos con los equipos automáticos como ventiladores y aspersores, pero también debemos intentar aprovechar al máximo los recursos naturales y de construcción para intentar minimizar costes en la medida de lo posible y, a su vez, reducir la dependencia de esos sistemas automáticos.
José María García Nieto
Presidente de la APPB
Artículo publicado en Vaca Pinta 33